Estos días se pueden presentar en días buenos y en días malos, y de ambos días puedes aprender, te comparto cómo lucen estos días en la oficina y cómo afrontarlos.
Un buen día en la oficina pareciera empezar normal, de esos días que inician sin pendientes, sin mensajes del jefe, sin ningún fuego por apagar. Estos días aprovéchalos para dar seguimiento, y esta palabra va a significar diferentes cosas según tu trabajo, pero entenderemos por seguimiento el retomar temas cerrados que no estaría de más enterarte de cómo van, y no hablo de revisar procesos o correos, no, los días buenos te recomiendo los uses en personas. Toca base con tus alumnos, con tu equipo, con tus candidatos, con tu jefe, con tus compañeros, con tus proveedores, dales un -buenos días- y pregunta genuinamente cómo están. Voltea a ver ese proyecto que terminaste recientemente y elogia a los involucrados, revisa el calendario y propón algo para el siguiente cumpleaños o día festivo. Saluda, tomate tu hora completa de lunch o limpia tu oficina. Y por último, anota cuanto tiempo llevas en la empresa, reconoce cuánto has aprendido y qué te falta por aprender.
Un mal día es más fácil, en un mal día es mayormente reactivo. Apaga ese fuego, pregunta dos veces antes de mandar ese correo porque en un mal día casi cualquier cosa puede salir mal. Esos días los reconocerás porque no sabrás ni qué día es, va a parecer lunes, pero puede ser jueves. Los planes no respetan los malos días, el cliente llega antes y no habrá botellas de agua, tu computadora se va a congelar y vas a olvidar lo único que no tenías que olvidar. Estas cosas pasan, esos malos días buscan cansarte, pero sobre todo buscan hacerte crecer. Al final de ese día reflexiona, cierra los temas y disculpa de ser necesario. Escribe en post-its lo que sea necesario, aunque lo que hayas olvidado fue por accidente, genera un nuevo procedimiento, implementa una auditoria; tal vez encontraste una nueva manera de equivocarte y eso amerita un nuevo paso para evitarlo. Lo peor de los malos días es que a veces duran una semana, te hacen odiar tu trabajo que ayer amaste, pero no olvides que crecer es incomodo y esos días malos, aunque lucen igual no lo son, siempre vienen a enseñarte algo más.
La diferencia entre los días malos y los días buenos es obvia, pero te diré algo, son los días malos, los días pesados, los cansados, son esos días los que te harán mejor profesionista, mejor líder, el cúmulo de esos días bien aprendidos te darán un mejor sueldo también. Los días buenos pueden ser escasos, pero son productivos e importantes. Puede que empieces tu día sin saber qué tipo de día es, pero termina tu jornada decidiendo si ese día te hizo crecer o no, porque si no fue así, es probable que se repita mañana.
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