Pensamiento de solución vs. pensamiento de problema

Bienestar Laboral

Por: Wendy Cerna

Portada de la publicación

En nuestro entorno laboral, los retos son inevitables. Procesos que no fluyen, errores involuntarios, retrasos, malentendidos entre áreas… todos enfrentamos situaciones que pueden generar frustración o desánimo. Y aunque no siempre podemos evitar los problemas, sí podemos elegir cómo los enfrentamos.

En estos momentos, entran en juego dos formas de pensar muy diferentes: el pensamiento de problema y el pensamiento de solución. Aunque ambos parten de la misma situación, su impacto en nuestro desempeño, clima laboral y bienestar emocional es muy distinto.

Pensamiento de problema: cuando el foco se queda en lo que no funciona

Esta forma de pensamiento se enfoca casi exclusivamente en:

• Lo que salió mal

• Lo que no se hizo

• Las limitaciones del entorno

• La culpa ajena o propia

Es normal que al enfrentar un problema necesitemos identificarlo y comprenderlo. Sin embargo, si nos quedamos demasiado tiempo en esta etapa, corremos el riesgo de caer en la queja constante, el bloqueo o la parálisis.

Ejemplo común:

“Este proceso es un desastre, nadie sigue los pasos, ya se reportó mil veces y nada cambia. Así no se puede trabajar.”

En este tipo de pensamiento, solemos mirar hacia afuera, esperando que alguien más solucione el problema. Se genera un ambiente de frustración que impide el avance, el aprendizaje y la colaboración.

Pensamiento de solución: mirar hacia adelante con enfoque propositivo

El pensamiento de solución no ignora los problemas. Los reconoce, pero en lugar de detenerse en ellos, busca activamente formas de mejorar o avanzar. Esta mentalidad se basa en la acción, la creatividad y la responsabilidad compartida.

Quienes desarrollan esta forma de pensar:

• Se hacen preguntas orientadas al cambio (“¿Qué podemos hacer diferente?”)

• Proponen alternativas, aunque sean pequeñas

• Ven el error como oportunidad de mejora

• Se enfocan en lo que sí está bajo su control

Ejemplo alternativo:

“Este proceso tiene varios puntos que podríamos mejorar. ¿Qué tal si probamos una plantilla que nos ayude a estandarizar y evitar errores?”

El pensamiento de solución contagia. Abre espacio a la colaboración, reduce tensiones y fortalece la confianza en los equipos. No se trata de tener todas las respuestas, sino de mantener una actitud de construcción.

¿Cómo cultivar el pensamiento de solución?

Hazte preguntas poderosas

En vez de “¿por qué todo sale mal?”, prueba con:

• ¿Qué parte del problema puedo abordar desde mi rol?

• ¿Qué opción tenemos a corto plazo mientras llega la solución definitiva?

• ¿Qué necesitamos para que esto funcione mejor?

Cambia la queja por propuesta

Quejarse puede ser catártico, pero no transforma. Intenta terminar cada observación con una idea para mejorar, por pequeña que sea.

Sé ejemplo desde tu posición

No importa el nivel jerárquico: cada persona puede ser promotora del cambio si elige aportar y construir en lugar de señalar sin acción.

Una invitación

Este mes, te invitamos a observar tu diálogo interno (y externo) cuando algo no va como esperas. Pregúntate:

¿Estoy describiendo el problema... o estoy buscando una solución?

Tal vez la diferencia no esté en lo que ocurre, sino en cómo lo abordamos. Y si aprendemos a pensar en soluciones, no solo mejoramos los resultados, sino también el ambiente que compartimos todos los días.

Por: Lic. Wendy Cerna 

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